Éste es un post invitado del Mtro. Oscar Llobet
Lo primero que se me ocurre recomendar al momento de escribir una versión coral (o arreglo, y sin ingresar ahora en disquisiciones terminológicas) para asegurarte de llegar a algún puerto bueno, es conocer muy bien el género al que pertenece la canción con la que vas a comenzar a trabajar.
Esto lo digo pues, a esta altura de las cosas (digamos… después de muchos años de arreglos corales en Argentina, muuchos más en otros países americanos, muuuchos más en Europa) existen demasiados “comportamientos compositivos” que ya están probados de dar buenos resultados; otros no.
La segunda recomendación apunta a orientarse a escribir versiones de canciones que conozcas profundamente. Cuando digo conozcas profundamente me estoy refiriendo a: conocer muy bien el texto literario (te aclaro “literario” pues el musical también es un texto), conocer hasta la médula el complejo rítmico/melódico/armónico/formal principal (más -y mal- conocido como la “melodía de la canción), conocer (en la medida de lo posible) las versiones existentes de la canción en cuestión: hablo de las grabadas por solistas. Cuando las canciones les han salido “redonditas” a su/sus autor/es (o sea, están “bien compuestas”) hay algo… mágico en ellas. Ambos textos brillan, lucen por sí mismos; además conforman ese maridaje único e irrepetible que solemos llamar canción. Esto es lo que te hace pensar y decir: “¡Qué buen tema!” o “¡Qué zamba!” o “¡Qué tangazo!”
Sigue mi consejo: lee con tranquilidad el poema titulado… por ejemplo… “Volveré siempre a San Juan” de don Armando; observa la belleza de todos los versos (pienso en “…cuando junte el otoño melescas de soles allá en el parral…”), y cuando te puedas liberar de tanta maravilla, procede a su análisis. Sin olvidar que una cosa es un poema impreso en un papel, y otra -no muy diferente mas sí complementaria- es un poema declamado. En el primer caso sólo percibirás su semántica, gramática, sintaxis, morfología, estilo. En el segundo caso percibirás su fonética fonología y prosodia, ítem importante si los hay al momento de escribir la melodía principal de la canción, ¿sí? Luego arremete con el complejo rítmico-melódico: conócelo, estúdialo, a esto agrégale el planteo armónico digamos… primitivo.
Por ejemplo, si alguien me encargase escribir una versión coral de alguna bomba del Chotaecuatoriana, yo le pediría -al menos- 3 semanas de plazo: 1 para estudiar qué diablos es unabomba del Chotaecuatoriana (pues ignoro todo acerca de dicha especie), 1 para estudiar la bombaen cuestión, y finalmente 1 para escribir la versión coral.
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Finalmente (y esto ya sería un lujo a veces imposible de alcanzar) no estaría mal que conocieras otros arreglos de la misma canción, si es que existen. De esta recomendación, se desprende otra: no escribas arreglos de canciones de las que ya existen, 6, 7, 8, incluso 9 arreglos diferentes (¿?). Esto tiene 2 ventajas adicionales: se incrementará el repertorio abordado por los coros vocacionales, y no caerás en la tentación de hacerle “retoques” a los arreglos existentes.
No escribas nada aún. Sólo algunos apuntes como para no olvidarte más tarde. Ahora conviene pienses en otro asunto. Esta versión que estás por escribir la piensas ¿para algún coro en particular, para ninguno, o vas a presentarte a algún concurso? ¿Sólo deseas participar, o tienes intenciones de obtener algún premio? Son muy diferentes las decisiones que tomarás según sean tus objetivos. A esto me voy a permitir agregarte que, sin dejar de serlo pues no se puede, te salgas un rato de tu lugar de cantante, guitarrista, tecladista, pianista, quenista, percusionista y/o director/a, si lo fueras. Lo digo pues quedar cautivo de un métiery no poder desprenderse de él a la hora de escribir música, resta posibilidades, además de quedar evidenciado el mismo. “Este arreglo lo debe haber hecho un pianista (guitarrista, cantante o director/a); es obvio por cómo están escritas las partes, por cómo están dispuestos los acordes, etc.”
Una vez que hayas transitado por todas estas estaciones, te aconsejo escribir la “melodía de la canción” en cualquier tonalidad, y observarla detenidamente, tomando conciencia de sus elementos constituyentes: intervalos, duraciones, métricas, células, etc.
Luego ubica el texto literario bajo las notas, y decide si es ese el “fraseo” que quisieras que algún coro cante. Si no estás conforme, cámbialo. Algunas canciones lucen mejor en 4 tiempos que en 2. Si fueran de comienzo tético, estudia bien si comenzarás en el 1er pulso o en el 3º. Si, ya sé: la escribes en 2 y que el fraseo sea preocupación de algún/a director/a. Total, ya lo hizo así Beethoven en más de un Scherzo de sinfonía, y… ¡que se arreglen!
Otra duda que conviene que te aceche está referida muy especialmente a las especies sudamericanas donde conviven los metros binarios con los ternarios: entonces ¿la escribes en 3/4, en 6/8, o haces la gran Morton Feldman y escribes sin denunciar el maldito número racional que quiere indicarte metro binario o ternario?
Llega el momento de decidir una tonalidad. ¿Elijo la tonalidad antes y luego escribo la versión coral? ¿Escribo la versión coral y luego me fijo si las partes me quedaron en tesituras apropiadas? ¿Escribo en Do o La (porque me resulta más sencillo el tema de las alteraciones y modulaciones si es que emplearé el recurso), y luego que Sus Majestades SIBELIUS o FINALE se encarguen de la correspondiente transposición?
Conviene elegir la tonalidad en función del perfil de las melodías principales. Luego decidir quiénes la cantarán eligiendo los períodos estratégicamente para que todas las cuerdas puedan cantar fragmentos de la melodía principal de la canción. Otras veces suele ser mejor elegir la cuerda que deseas que cante el fragmento melódico principal, y luego elegir la tonalidad apropiada. De ser necesario, planteo modulaciones.
Para este asuntillo de las modulaciones, recomiendo lectura y estudio del (imperdible) libro Funciones estructurales de la Armoníade Arnold Schöenberg. Ahora, si quieres que toda la canción sea entonada por los tenores -por decir una sección cualquiera- y que el resto del coro cante melodías secundarias, contracantos, refuerzos, colchones, sustentos, o como te guste llamar a las otras voces, hazlo. Probablemente conseguirás la ira de las tres cuartas partes de los integrantes de los grupos corales.
Seguimos la próxima con la 2ª y última parte.
Oscar Llobet (Buenos Aires, 1956) es Licenciado y Profesor Superior de Música (Dirección Coral y Composición, Universidad Católica Argentina).Dirigió el CRC -Coro Radio Clásica de Buenos Aires (1996-2007, música coral original de los siglos XVI, XIX y XX). En 2006 fundó MEP –Música en Estado Puro, con el cual diseña, estudia, gestiona e interpreta proyectos de música coral.
Es Profesor Adjunto de Interpretación y Repertorio Coral I-II, y de Práctica y Dirección Coral II(Universidad Nacional de Córdoba), Profesor Adjunto de Arreglos Corales I y II(Universidad Nacional del Litoral), y Profesor Adjunto Ordinario de Dirección Coral y Análisis de Repertorio I-II-III-IV-V(Universidad Nacional de Rosario). En la Universidad Católica Argentina fue Profesor Adjunto de Historia y Análisis de la Música Renacentista (1991-2014), y de Dirección CoralI-II-III (2005 – 2008).
En el terreno de la música popular, desarrolla intensa actividad como pianista y arreglador de tango y folklore argentino.